A no pocos dirigentes de Compromís, que se pusieron de perfil en junio de 2022, facilitando –y felicitándose-- que Mónica Oltra dimitiese como vicepresidenta del Consell, porque su marcha suponía un alivio para Ximo Puig, que se evitaba el tener que cesarla, y a ellos les permitía seguir en sus puestos en el Gobierno Valenciano, se les ha visto ahora la mar de felices, exhibiendo carteles de adhesión para con ella a la puerta del Palau de la Generalitat. Unas muestras de cariño que hace dos años brillaron por su ausencia.
El alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, que sabe por propia experiencia lo que es sufrir el ninguneo –sobre todo de los que creía eran de su mismo familia política, que es el que más duele por todo lo tiene de incomprensible y canalla-- escribía en una red social un mensaje dirigido a Mónica Oltra, en el que tras darle la enhorabuena le decía: “Segur que hui el telèfon haurà tornat a sonar de nou mentre al cap, en més d’una ocasió, vos ve eixa cancó que deia “dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité…”

Leyendo las manifestaciones de ahora, llenas de fervor para con Mónica Oltra, sobre todo por parte de aquellos que con su dimisión respiraron tranquilos, y se quedaron mudos mientras acomodaban sus posaderas al sillón que conservaban, no puedes por menos de quedarte pasmado ante tanta desvergüenza como exhiben. Sí, son los mismos que ahora tratan de hacerse perdonar el cobarde silencio que mantuvieron cuando ella más necesitaba de el apoyo de los suyos.

En mi caso, habiendo sido crítico, muy crítico, con la exvicepresidenta del Consell, mi felicitación por el sobreseimiento de su causa la extiendo a los funcionarios de su consellería que también se vieron afectados.

Si los suyos, que son o eran los de Compromís, hubiesen creído en junio de 2022 en su inocencia, tal como ahora proclaman con amnésica pretensión, para que no tenga efecto retroactivo su deslealtad ¿por qué no llevaron hasta las últimas consecuencias el convencimiento de su inocencia, que ahora sí proclaman, al tiempo que hablan de su persecución político-mediática? De haberla arropado, como ahora pretende hacernos creer que sí hicieron,  habrían obligado a Ximo Puig a tener que actuar a costa –como también ocurrió en el caso de Jorge Rodríguez – de pasarse por el forro la presunción de inocencia.
Y hablando de persecución político-mediática, ¿qué fue lo que sufrieron los doscientos dirigentes y militante del Partido Popular que soportaron en cuerpo y alma las andanadas, lanzadas entre otros más por la propia Mónica Oltra, que al final la justicia terminó eximiendo de responsabilidades, sin que tampoco, en su caso, ni ella, ni los dirigentes de izquierda y ultraizquierda,  aliados todos en el Govern del Botànic, que actuaron como arietes para derribar al PP –el caso más escandaloso y llamativo fue el de Francisco Camps -- se disculpasen cuando estos dirigentes populares quedaron exonerados de todas responsabilidades penales que les trataron de endilgar?

Resulta paradójico que no pocos de aquellos que se felicitan y promueven su beatificación laica, por el resultado judicial que beneficia a Mónica Oltra, poniendo énfasis en destacar que ella nada tenía que ver con la actuación del que fuera su marido -- que ya cumple condena por abusos sexuales a una menor-- no usan la misma vara con la que medir a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y ven con el mayor desparpajo, que ésta sufra –por puro contagio conyugal, debe ser—las consecuencias de las actuaciones delictivas que presuntamente cometió su pareja. 

En esos términos se manifestaba este jueves Joan Baldoví, tan activo ahora como afónico ha estado para con Mónica estos dos últimos años, en la entrevista que le hacía Carlos Alsina en Onda Cero. Pillado en la contradicción, no supo cómo salir de su propio enredo, arrastrando las palabras dubitativamente.  Y cuando el periodista le habló de lo ocurrido con Paco Camps, tantas veces acusado, perseguido y denostado, y en todos los casos (nueve de diez absuelto, quedando pendiente una última sentencia), Baldoví trató de negar la inocencia del expresidente, del que dijo que había conseguido no ser condenado “al salirse por la tangente”, con lo que vino a insinuar que  la Justicia cuando absuelve a Camps no es justa.

Por cierto, la decisión del juez de sobreseer la causa contra Mónica Oltra y quince funcionarios y empleados de la consellería de Bienestar Social de la que ella era titular, tiene carácter provisional y puede ser recurrida. Como seguramente harán quienes inicialmente promovieron la querella en su contra. Si la Justicia en instancia superior, decidiese reabrir el caso, sería de agradecer –pura justicia y coherencia--que los mismos que ahora dicen alegrarse por el final feliz del caso Mónica Oltra, acepten esa otra decisión por más que le fuera desfavorable.