Preocupación e indignación a partes iguales entre los vecinos de la zona de la Ponseta por la ocupación desde principios de este mes de agosto de un chalet cuyo propietario no vivía en el mismo.
Preocupación por lo que puede tener de efecto contagio un fenómeno como el de la ocupación del que hasta ahora no se tenía noticia de que se hubiese producido en Ontinyent o su diseminado.
Indignación porque desde asociaciones con representación vecinal se alertó a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (Guardia Civil, Seprona y Policía Nacional), así como a la Policía Local de Ontinyent, de que el 31 de julio tres jóvenes habían roto la cerradura en un chalet deshabitado de la zona la Ponseta, huyendo seguidamente en un vehículo Dacia de color blanco. Las asociaciones que dieron cuenta de los hechos a las autoridades acompañaron su denuncia de una fotografía del coche en la que era del todo visible la numeración de su matrícula. 
Según ha podido saber LOCLAR, en la noche del pasado 4 de agosto apareció en escena el mismo coche Dacia cuyos ocupantes, iluminándose con linternas, ocuparon la vivienda en la que previamente habían roto la cerradura. En el mismo momento de la ocupación se volvieron a denunciar los hechos y al día siguiente a las nueve de la mañana un familiar del propietario denunció la ocupación en el cuartel de la Guardia Civil de Ontinyent.
Entre el vecindario, según pasan los días y la ocupación se consolida, crece la sensación de impotencia, puesto que los hechos fueron denunciados antes, incluso, de que llegasen a producirse, a la vista de las actuaciones preliminares de los ocupantes, y no se tiene constancia de actuación alguna que ponga fin al ilegal asalto de una vivienda.
Se han abierto diligencias con el fin de que por el titular del Juzgado correspondiente se ordene el desalojo de la vivienda invadida porque, a juicio de los vecinos que como conocedores de los hechos lo denunciaron, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado disponían de toda la información necesaria en tiempo y forma y consideran que podían y debían haber actuado para impedirlo, por lo que condenan sin paliativos la falta de decisión demostrada.