Recientemente se ha jubilado uno de los funcionarios más veteranos del Ayuntamiento de Ontinyent, el jefe del departamento de Alumbrado, Vicente Esparza. 33 años son los que ha estado trabajando para la ciudad, un hecho que valora muy positivamente y afirma que es “del que más orgulloso me he sentido”

- ¿Como ha evolucionado el sector de la iluminación desde que empezó hace 33 años?
- Cuando yo empecé en el Ayuntamiento de Ontinyent hace 33 años, 6 meses y unos días ya empezó a modernizarse este sector. De hecho, el primer trabajo que hice yo allí es el de la avenida del Tirador instalando unas luminarias IEP, algunas de las cuales, a día de hoy, todavía están conectadas. La principal diferencia es de reglamento y seguridad: en aquel momento los diferenciales no estaban conectados ni muchos sistemas de seguridad tampoco. El principal avance es esa actualización de seguridad.
- La ciudadanía, ¿qué cambio notaría entre 1987 y ahora?
- Al principio iba en mercurio corregido, después se colocaron las luminarias Albany y después se ha conseguido que con la misma potencia se genere más luz. Ese es el gran cambio, pero claro, la durabilidad del material ha bajado.
- ¿Cómo consiguió esa plaza en el Ayuntamiento?
- Yo entré por oposición libre, pero antes ya llevaba 15 años en una empresa del sector de la iluminación de Ontinyent que dio a gran cantidad de empresas tecnológicas. A partir de ahí y hasta la jubilación, en el Ayuntamiento.
- ¿Qué siente después de 33 años trabajando para la ciudad de Ontinyent?
- Es una de las mejores cosas que me ha pasado. Yo me considero mucho *ontinyentí y esto es el mejor que me ha pasado y estoy muy orgulloso de haber servido en mi ciudad, que no solo se compone de edificios y de caminos, sino también de personas y todo el esfuerzo que haces lo ves recompensado. Cómo trabajo para mi gente, le poso mucha más dedicación.
- ¿De qué de los mantenimientos está más orgulloso de haber trabajado?
- Del que más orgulloso estoy de haber hecho por Ontinyent creo que no es ningún trabajo de luminaria, sino de parte social. Poder ayudar a la gente que necesitaba de servicios sociales para implantar los cursos del ‘Tapís’ (actualmente Centro Ocupacional José Antonio Bodoque) donde trabajé con Joan Torró y Mara, y traté de poner mis conocimientos a disposición de las personas que tenían alguna pequeña discapacidad y es un hecho del que siempre estaré orgulloso. Esas personas todavía me recuerdan esos trabajos.
- ¿Cuáles son los momentos más complicados que ha vivido en estos 33 años?
- Sin duda, han sido las tormentas eléctricas en las que nos ha tocado salir a la calle y manipular la luz. Una de las más graves, la pasada DANA, cuando tuvimos que bajar a la Cantereria a cortar cables y nos vimos peligro, porque entre los cables, las líneas telefónicas, las corrientes de agua y la lluvia todo era una situación muy complicada. Es un gran peligro si no trabajas con mucho cuidado. Incluso ese día pasó algo con la luz del centro de Salud, y aunque no es competencia mía, fui a ayudar.
Alguna vez también, en los grandes conjuntos que han venido, creo recordar que fue en el de Bisbal o Extremoduro, nos ha pasado que se fue la luz porque uno de los generadores falló, pero entre los generadores del grupo y que nosotros podíamos darla, todo volvió  rápido a la normalidad.
- ¿Ha tenido algún gran accidente?
- Sí, uno muy grande cuando todavía no trabajaba en el Ayuntamiento. Era en 1984 y estaban arreglando la máquina de lavar que instalamos en La victoria. Me gritaron para que fuera porque no funcionaba y, a pesar de que no estaba de guardia ni era mi turno fui. Cuando toqué el contacto de la máquina, alguien no había conectado el diferencial y mi cuerpo entero sufrió una descarga eléctrica. Por suerte, había gente cerca y cortaron la luz antes de que mi cuerpo dijera basta.
- A pesar de haberse jubilado ¿todavía se queda mirando las luces cuando va por la calle después de tan de tiempo trabajando?
- Sí. Esto me pasará toda la vida. Deformación profesional se llama. Quien más me regaña por eso es mi familia, pero es un hecho que no puedo evitar, tengo dentro de esa profesión que me empuja a querer hacer más. Tienes que meditar y que me digan de manera contundente que ya se ha acabado.
- ¿Algo que añadir?
- Que no sé si lo habré hecho muy bien o muy mal. Seguramente me haya equivocado muchas veces, pero pienso que la grandeza es rectificar en lo que has hecho daño. La honestidad nos hace falta a todos.