El que te llamen por teléfono, que puede ser el móvil o el fijo, ofreciéndote una mejora de las tarifas de luz, gas, internet... es un peligro tan cotidiano como real, que no hay ley de protección de datos ni código penal que te libre de lo que es inoportunidad, insistencia, abuso, desvergüenza…y estafa.

Caso real del que doy fe en primera persona. Quien me llama se identifica como agente de una compañía eléctrica de la que dice soy cliente. Y lo soy. Me anuncia una mejora de las tarifas. “No perdamos tiempo” --le digo-- si se trata de pagar menos, ya tarde en proceder como dice”. Pero, siempre hay un pero de por medio, me advierte que tengo que confirmar en una grabación que acepto las nuevas tarifas. Le pongo excusas como que no soy el titular del servicio y mejor me dé un número al que devolver la llamada. El final de la historia es sencillo. La que acaba siendo “comercializadora” de Naturgy resulta ser una empresa paraguaya, Enerluz, que trata de hacerme con trampa cliente suyo.

Anteayer mismo recibo este mensaje desde el teléfono 34-698 979 164: “Tienes un retraso en el pago de una infracción, ultimo recordatorio antes del aumento. Referencia del: 106255 Consultar: https.//is.gd/aVoHNk”. (La falta de acentos es cosa del remitente). El intento de estafa está fuera de toda duda. Supongo que, quien desde un teléfono con prefijo de España intenta metérmela doblada, es porque considera: a) Que alguien podrá picar y al pulsar esa dirección le abrirá la puerta  para meterse en su teléfono y robarle direcciones, tarjetas o números de su cuenta bancaria. y b) Debe estar convencido de que si consuma el engaño no le pasará nada porque la policía no lo va a investigar.

Lo comento con unos amigos y éstos me dan cuenta de otra estafa, que también se ha sufrido estos días en Ontinyent. Se trata el falso hijo que envía un apesadumbrado mensaje al teléfono de su madre diciéndole  que ha perdido su móvil, que necesita reponerlo con urgencia;  que le haga un bizum… Y la angustiada madre pica en el anzuelo y los timadores, estafadores, chorizos se salen con el suya.

Pues así, todos los días, nuestras vidas se ven amenazadas por pícaros de toda clase y condición. Y que por uno que se consigue descubrir, hay cientos, cuando no miles, que por e-mail, mensajería telefónica, o por medio de llamadas tratan de una u otra manera de estafarte. Y lo que es peor, que algunos intentos se perpetran en ese ratito reparador que se llama siesta, lo que debería constituir un agravante… si es que por un casual se le pudiese meter mano al canalla.