La mona, que también se conoce en algunos municipios valencianos como panquemado, bollo pascuero por excelencia, hace tiempo que dejó de ser el dulce propio del tiempo de Pascua y ya está disponible en hornos, panaderías y pastelerías a lo largo de casi todo el año. Ahora, además, a la mona le ha salido competencia y tergiversación.
 Pero no deberíamos dejarnos engañar y menos avasallar. Porque por mucha que sea la propaganda, los cálidos elogios, los pelotilleros ditirambos,  los enfervorecidos aplausos y laudatorios panegíricos, que le han dedicado con entusiasmo digno de mejor causa, mona, lo que se dice mona de Pascua,  es la que es y ha sido toda la vida. 
Y no es otra que esa masa esponjosa, dulce sin resultar empalagosa, que admite ser degustada con o sin otros acompañamientos como pueden ser el chocolate,  la longaniza pascuera, sobrasada o cuanto la imaginación culinaria proponga con mayor o menor atrevimiento. Esa es nuestra mona de toda la vida. La regalada por los padrinos a los ahijados. La coronada con el huevo duro con el que proceder a la liturgia del momento: “Ací em pica, ací em cou, ací te trenque l’ou”. *
Este año la mona de Pascua –digo yo si será por influencia de Compromís, con Baldoví y Ribó cual novios encariñados— se presentó el pasado domingo en Madrid, en el polideportivo Magariños, el mismo escenario en el que Pedro Sánchez ya tenía exhibida su capacidad encestadora.  La mona cree ser Yolanda Díaz Pérez, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. Y animada por la presencia entregada de un público que ve en ella a la reencarnación gallega de la Evita de Perón, hizo público con sus melifluos modos y maneras, su deseo y propósito de ser la primera presidenta del Gobierno de España. 
La maniobra aglutinadora de las izquierdas a la izquierda del Partido Sanchista, el que antaño fue conocido como Partido Socialista Obrero Español,  admite los pronósticos más dispares. Sobre todo si sigue estando en su contra el Podemos de un encabronado Pablo Iglesias que no se ha sumado al movimiento de Yo-Yolanda.
Entre los partidos y dirigentes que sí hicieron acto de presencia en el acto del pasado domingo para demostrar su adhesión y complicidad con Yo-Yolanda, estaba Compromís y el alcalde, todavía, de Valencia, Joan Ribó. El candidato a la presidencia de la Generalitat, Joan Baldoví, ya había dado muestras de su embeleso por y para con ella. Y ya han sido varias sus manifestaciones, sin necesidad de someterlas a primarias ni secundarias, a favor del proyecto Sumar, del que nos ha dicho “que no es amontonar”. Gracias, Baldo, por tan didáctica aclaración.
No será amontonar, pero para una parte de la militancia de Compromís, la que tiene alma más valencianista que izquierdosa, esos arrumacos con alguien que por mucho que se vista de seda, comunista se queda, no le hacen gracia alguna. Según sean los resultados del 28-M, se verá si Yo-Yolanda ha sumado a favor de Compromís o ha restado, que todo puede ser. 

* Ojo, mucho cuidado a la hora de efectuar la maniobra rompedora del huevo duro. Tal como está el patio (y la legislación vigente nacida por gestación subrogada en el Ministerio de Igualdad), nada de estrellarlo en la frente de una mujer tenga la edad que tenga, sea el que sea el parentesco o la afinidad. Semejante demostración, antaño de afecto y cariño, podría ser considerada, muy al contrario de lo pretendido, como una brutal agresión machista por parte de un miembro del heteropatriarcado. Y terminar en comisaría.