He estado tentado de marcar el número de teléfono del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible (su centralita es 915 977 000) para preguntar si mi nombre –debe ser cosa de la vanidad de quienes hemos llegado a una provecta edad – figura en la lista de columnistas cuyos textos son analizados concienzudamente a diario por el equipo designado por el ministro Óscar (a la labor inquisitorial), Puente Santiago. Y ello, con el fin de detectar los nombres, y en qué medios escriben aquellos que le dedican “insultos físicos”, que son los denuestos que, al parecer, más molestan y duelen a tan sensiblero ministro.
He resistido la tentación y finalmente no he hecho esa llamada, una vez tuve conocimiento que el propio ministro –poca faena debe tener para poder permitirse esas ociosidades-- ya había dado cuenta en la red social X del resultado de las primeras pesquisas de sus sabuesos, capaces de olisquear a fondo y descubrir entre líneas las mofas y befas dirigidas a su suspicaz jefe. Han sido, según ese primer cómputo, treinta y cinco las cabeceras de los medios impresos y digitales en donde se le han dedicado al señor Puente expresiones que él considera insultos. Y eso que el mismo ha hecho hincapié en indicar que “sólo se han computado medios escritos, ni radiofónicos, ni televisivos. Es decir, medios en los que el insulto requiere una reflexión previa”.

Eso de la “reflexión previa” es un razonamiento poco razonable de este ministro, como tantas otras notables salidas de tono suyas.  Recuérdense las groseras expresiones dirigidas a Alberto Núñez Feijóo en la frustrada investidura de éste. Debe considerar el titular de Transportes que en esos medios, que de momento parece que quedan fuera del husmeo, cuanto en ellos se dice es producto espontáneo e irreflexivo de sus locutores, comentaristas y colaboradores, que se ponen delante del micrófono sin un texto escrito, y están todo el rato improvisando y largando lo primero que se les ocurre. Craso error ministerial. Hay emisoras de radio y TV, y no hace falta señalar cuáles porque eso es de mala educación,  en las que no se pronuncia palabra alguna que no haya sido escrita en un guion y éste supervisado por otros sabuesos censores, todo antes de salir en antena.
Y si tan sensible es la piel del ministro –por más que las apariencias permitan deducir todo lo contrario—y quiere conocer cuáles son hoy en día los medios en que más y mejor se le puede insultar –y se le insulta-- amplíe sus indagatorias a las redes sociales, que cada día son más, y más activas. Unas a favor del poder, por lo general las subvencionadas o más fanatizadas; otras en contra —las menos-- pero todas muy productivas.
¿Qué expresiones considera el ministro “insultos físicos”? Repasando la extensa lista de lo que él trata como tales, observo que hay muchas frases y vocablos que no tienen nada que ver con un escarnio. Así, será muy difícil que puedan tener cabida en “El gran libro de los insultos”, la trabajada compilación de denuestos y vilipendios hecha, con la minuciosa curiosidad de un experto rastreador como lo es Pancracio Celdrán Gomariz. Su obra, con razón sobrada, es considerada un verdadero “tesoro crítico, etimológico e histórico de los insultos españoles”. 

Si el ministro, o su recua olfateadora, tuviese a bien consultar el citado diccionario, comprobaría que la mayoría de esos que considera “insultos físicos” no tienen química suficiente para ser incluidos en la antología de Pancracio Celdrán, porque gran parte de ellos tienen de verdadera ofensa lo mismo que Oscar Puente de gentleman. 
Observo, patidifuso, que en la relación de presuntos agravios que se le pasa al ministro Óscar Puente figura esta frase: “Brilla como un mingitorio”. Extraña comparación la que alguien le ha hecho, pero más extraño aún es que así lo pasen (en cursiva, rotulada en azul, y entre paréntesis) al ministro, como no sea para que no se haga falsas ilusiones y considere un elogio. De ahí la explicación de que “mingitorio” es “urinario”.

Pues eso, como para mear y no echar gota con esta delirante historia. La de un ministro más interesado por lo que dicen de él que por los cotidianos retrasos de los trenes; por no hacer realidad las eternas, reiteradas y siempre incumplidas promesas de mejora de la línea Alcoi-Ontinyent-Xàtiva; y por estar preocupado, en vez de ocupado, de que otras compañías puedan ofrecer billetes del AVE mucho más baratos que Renfe/Adif. 
A Óscar Puente, a la vista de cuanto se dice de él, más le valdría que hiciese suyo el sabio consejo de don Francisco de Quevedo: “Arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué”. Que eso siempre será mejor que quedarse maldiciendo, culpa de la madre Naturaleza, lo que dijo Cicerón hace más de dos mil años, aunque sean pocos los que reconocen su autoría: “La cara es espejo del alma”.