Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, afirmó hace unos meses que "no dormiría tranquilo" teniendo en un Gobierno de coalición a personas "de la confianza" de Pablo Iglesias, líder de Podemos. Concretamente le vetó en abril y ahora le hace vicepresidente. 
Tras la investidura del que será el séptimo Presidente de España, por la más exigua mayoría del Congreso en la historia democrática, todo indica que estamos ante el comienzo de una gran pesadilla, aunque muchos de nosotros deseamos que no deje de ser un mal sueño que acabe pronto. 
Hay que tener muy presente que el gobierno de Sánchez nace con una gran carga o rémora, como se quiera llamar: la hipoteca firmada con el independentismo, cuya idea de nación pretende diluir haciendo tambalear la cohesión democrática que existe en  España desde la Transición. 
A todo ello hay que sumar la inseguridad de un gobierno débil en coalición entre socialistas y populistas, que le deben obediencia a Bildu y Esquerra y cuyo programa económico hace saltar las alarmas entre los inversores, pequeñas empresas y autónomos. Alarmas advertidas por los expertos en economía y política: “las cuentas no salen; subida brutal de impuestos, derogación de la reforma laboral del PP, incremento del gasto y en consecuencia aumento del déficit y de la deuda”. 
Estamos ante un gobierno, de un presidente socialista podemizado, que será incapaz de afrontar las reformas y desafíos pendientes. Lo que sí tenemos claro es que el gran vencedor de este gobierno es Pablo Iglesias, quien saltó entre lágrimas al haber conseguido la vicepresidencia y otros cargos ministeriales para sus íntimos allegados, algo que sería muy criticado de ocurrir en otras filas. 
Pero sin duda, al recuerdo de las lágrimas del líder podemita el día de la investidura de Pedro Sánchez, la historia recordará ya para siempre las palabras de la portavoz de ERC, hermana de Dolors Bassa, condenada a 12 años por sedición. Bassa, ante el pleno del Congreso de Diputados, tachó de verdugo al PSOE y exigió la nulidad del juicio del ‘procés’, así como la amnistía para los dirigentes presos catalanes. 
No contenta con ello, el broche en su intervención fue la frase “me importa un comino la gobernabilidad de España”. En estas manos descansa el gobierno de Pedro Sánchez, rendido al separatismo catalán por unos votos que le hacen presidente por los pelos. 
La frase fue tan desafortunada como lamentable y nos hace entrever la cruda realidad. El “me importa un comino” de Bassa viene a premonizar el “dolor que vendrá después”, lo que seguramente provoque que Pedro Sánchez no duerma tranquilo, como él mismo dijo en su día. Por cierto, e ironías de la vida misma, siempre podrá tomar ‘comino’, indicado para las personas con insomnio, ya que tiene la capacidad de actuar como un sedante natural, ayudando a conciliar el sueño más fácilmente. ‘Comino a kilos’ puede que le haga falta a Pedro Sánchez y aun así será difícil que duerma tranquilo. 
Los populares abogamos por un proyecto que refuerce la Constitución, la Ley y las instituciones y que estreche el vínculo entre territorios. Poco hemos oído hablar de la Comunidad Valenciana estos días. Mucho de Cataluña, País Vasco y de Teruel. 
Nuestra obligación es aglutinar toda la moderación y toda la centralidad, ser el centro derecha de España que pueda incluir a los que se sienten engañados por quien ahora es presidente. Estamos convencidos del gran papel que jugará el Partido Popular en la oposición, seguro que responsable, crítica y exigente además de que nuestro partido, el PP, hará todo cuanto sea posible para que el tiempo de pesadilla en el que ha decidido sumirnos Sánchez, sea breve y leve.

Mercedes Pastor, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Ontinyent