- ¿Cuándo empezó su vinculación a la Biblioteca de Ontinyent?
- Entré en 1988, cuando estaba formada por una única sala, en la calle Gomis, nº7 y allí estuvo durante décadas. Desde entonces soy funcionario del Ayuntamiento por oposición. Entre 2004 y 2013 estuve en comisión de servicio en la conselleria de Cultura, en el ámbito de Biblioteca, Libro y Archivo, en lo que se llama popularmente “Biblioteca Valenciana”. Primero estuve unos años en la sede de Campanar y después en Sant Miquel dels Reis. 
- ¿Cómo ha cambiado el mundo de las bibliotecas en estas tres décadas?
-  Cuando entré a trabajar, tan sólo teníamos una máquina de escribir, no había ni siquiera línea telefónica en la biblioteca de la calle Gomis, que era totalmente libresca, de papel, en la que aún no había entrado la informática. Cuando yo empecé, todas las funciones requerían papel. La única ayuda tecnológica era la de una máquina de escribir eléctrica, que duplicaba fichas de catalogación. Actualmente, todo el trabajo se realiza con ordenador, incluso el público puede acceder a un catálogo vía internet a través de una pantalla de ordenador, ofrecemos wifi, etc. Pero eso no significa que la biblioteca sea muy diferente, porque la tecnología para un estudioso sería el propio libro, lo que ha cambiado es el soporte y también la manera de relacionarse con él. Por ejemplo, hoy la lectura la entendemos de manera personal y en voz baja, pero en los primeros siglos de la cultura escrita, eso era impensable, porque era lectura en voz alta. Por tanto, tenemos un soporte, sea en papel o una pantalla, que alberga unos caracteres, que son las letras. Eso ha cambiado poco. Ha habido momentos en los que parecía que llegaría la obsolescencia del papel, pero eso no se ha producido. 

- ¿Por qué cree que se mantiene el papel?
- Actualmente, aún hay muchos lectores en papel. No podría decir si depende de la edad, de la costumbre... Hay un lector, con muchas habilidades tecnológicas, pero que no ha dejado de lado el papel y que compagina el papel con otros soportes como tablets. Estamos en el proceso de cambio, que parece que sea rápido, pero posiblemente requiera mucho tiempo. No creo que sea por una brecha cultural, según la cual la gente más formada lee libro electrónico y la menos formada o de edad más avanzada, en papel. De hecho, tenemos usuarios ya de cierta edad que vienen a informarse sobre la eBiblioteca, que da acceso a préstamos de libros electrónicos, y también tenemos usuarios jóvenes que continúan llevándose libros en papel.
- En cuanto a la cantidad de préstamos, ¿han notado alguna variación significativa?
- Lo que sí que se nota es que si la biblioteca responde al movimiento cultural real, por ejemplo, los premios, los suplementos culturales, las entrevistas en medios informativos... si la biblioteca responde a esa demanda, los usuarios se acercan más a la biblioteca. En el momento en el que hemos padecido etapas de poca inversión, se nota cómo los lectores no encuentran lo que buscan, y vienen más esporádicamente. Por lo tanto, sí que el lector es muy sensible a cómo la biblioteca compra. A medida que podemos comprar novedades y acceder a libros que son de su interés y el lector reconoce esas novedades, corre la voz y ese libro no para de estar en préstamo. Por ejemplo, Patria, de Fernando Aramburu, es un libro del que se ha hablado mucho y ha generado mucho debate porque trata sobre el terrorismo... Desde el momento en el que lo compramos, no ha parado de ser prestado y si tuviéramos más ejemplares, estarían posiblemente todos prestados. Si los lectores vienen y no tienes ese libro, denotaría que la biblioteca no está al día. Todo ello sin abandonar nunca los grandes clásicos y libros intemporales.
- De los últimos años, ¿alguno que de manera inesperada les haya sorprendido por su alta demanda?
- Puedo poner algunos ejemplos, como el fenómeno de literatura erótica a raíz de 50 sombras de Grey. A partir de este libro, que fue muy leído, han aparecido muchos otros de la misma temática que han tenido mucha demanda. En este ámbito, una escritora muy leída es Elisabeth Benavent, escritora de Gandía afincada en Madrid, que tiene unas cuantas novelas, algunas claramente eróticas y otras más románticas, tiene un blog muy seguido y además, tiene un componente de proximidad al lector de aquí. Toda esta literatura ha tenido mucha más repercusión de la que hace unos años nos hubiéramos imaginado.
También hay otros autores, como Sarah Lark, que quizá no es muy conocida, pero tiene muchos lectores. Clásicos del best-seller como Ken Follet siempre están ahí.

- ¿Qué ha supuesto el fenómeno del libro electrónico?
- El lector se registra en la biblioteca y asocia un correo electrónico. El sistema eBiblioteca le asigna una contraseña y a partir de ahí, el lector ya puede descargarse a su dispositivo el libro electrónico, por un tiempo limitado. Eso hace que no tenga que venir aquí para hacer uso, es un usuario nuestro, pero realmente el contacto y la proximidad se pierde. Es lo que tienen las nuevas tecnologías: no existe el mismo contacto que cuando un usuario viene aquí y le acompañas a una estantería o le aconsejas sobre alguna lectura.
- ¿Aún existe el perfil de usuario que pide consejo a los bibliotecarios y al mismo tiempo la función del bibliotecario como asesor o consejero de lectura?
- Sí. Hay lectores que quieren saber tu opinión sobre una novela y preguntan. Otros vienen y reconocen que hace mucho tiempo que no leen, te cuentan lo que en su momento le gustaba leer y nosotros les orientamos. Muchas veces ese lector no continúa. Esto de la lectura es como un entrenamiento. Es muy difícil que una persona que no ha tenido constancia en el hábito de la lectura lea de manera habitual. Si no hace ese ejercicio es muy difícil disfrutar de la lectura, que requiere un esfuerzo y poner en marcha diferentes competencias intelectuales. 
- ¿Es la lectura imprescindible para ser un buen bibliotecario?
- El bibliotecario tiene componente de lector profesional. Adquieres unas competencias diferentes, te fijas en aspectos como la calidad del papel, la encuadernación... No siempre se da que el bibliotecario sea un gran lector por placer. Lo que no hacemos es leer en horas de trabajo, cosa que casi es un mito. Evidentemente, haces la lectura que se requiere para seleccionar libros, catalogarlos... Mayoritariamente, los bibliotecarios son buenos lectores, pero también los hay que son buenos bibliotecarios, conocen las novedades pero no tienen por qué haberlas leído. 
- ¿Qué papel cree que debe jugar una biblioteca en pleno siglo XXI?
- Sigue jugando el papel de mediador activo entre la inmensa cantidad de papel que sale de las imprentas, rotativas y las grabaciones electrónicas, y el lector. Se necesita un intermediario que canalice, seleccione, potencie y modere tal cantidad de obras. Ese papel está plenamente vigente.
A esa función, se ha añadido que el bibliotecario debe ser una persona competente en las tecnologías de la información y comunicación, porque en la biblioteca se prestan esos servicios también. Necesitas acompañar al lector en el uso de estas tecnologías. 
En tercer lugar, la biblioteca siempre ha sido un refugio sociocultural. Aquí encuentra acomodo gente que busca lectura, un lugar donde estudiar o leer, o donde departir con alguien que está explicando algo. Las bibliotecas nunca hemos pedido carnet para entrar y salir. De hecho, entra mucha gente, algunos te saludan y les gusta que les trates por su nombre, mientras que otros no saludan ni dicen nada, pero deducimos que están a gusto.  
- ¿Qué porcentaje de las personas que se sacan el carnet de la biblioteca son usuarios asiduos?
- Carnets emitimos muchos, pero luego usuarios habituales son una minoría del 10% aproximadamente. En ocasiones incluso viene alguna persona a hacerse el carnet y se da la circunstancia de que ya se lo hizo hace muchos años pero ni se acordaba. En los registros sí que consta que ya se inscribió.
- Pensando en el lector que se acerca poco por la biblioteca, ¿qué libro le recomendaría para intentar que se vuelva a enganchar a la lectura?
- Es muy difícil, porque atendemos a una diversidad muy grande de público. Por ejemplo, si viene un lector infantil-juvenil, hace unos años seguramente le hubiéramos mencionado Harry Potter. En estos momentos, Harry Potter está ahí pero ha perdido el componente de novedad. Posiblemente, El diario de Greg es el que le ha sustituido. 
Es curioso el fenómeno de las sagas por la receptividad que logra. Cuando una cosa funciona bien, volver a empezar desde cero es un riesgo, de ahí que la tendencia sea a continuar. Por ejemplo, la saga Millenium tuvo una acogida muy grande. Al morir el autor, sacaron otra saga que ha tenido éxito, pero no a ese nivel. Hay gente que directamente, te dice: hace años que no leo, quiero un libro que sea fácil de leer. Son ediciones como las que se buscan cuando estamos aprendiendo un idioma, por ejemplo inglés, y leemos libros de 300 palabras, catalogados por niveles, con un vocabulario más reducido, más coloquial. Hay gente que lo pide porque no se ve capacitada para leer un libro más largo, porque no tienen la costumbre de leer y quieren empezar a adquirir el hábito de la lectura.
Es decir, el libro que recomendaría depende de muchas circunstancias y por lo tanto, no podría recomendar el mismo a todos. Normalmente preguntamos qué le apetece leer, si ha leído algo que le ha gustado para poder proponer algo similar... En otros casos es por descarte, cuando te dicen que tal autor o tal temática no gusta.

- Del año 2004 al 2012, ¿qué balance hace de su paso por la Biblioteca Valenciana?
- Me dedicaba a temas de divulgación, de gestión incluso de legislación relacionados con el libro, archivo y bibliotecas. El buque insignia sería la Biblioteca Valenciana y la Biblioteca Pública de la calle Hospital, y en archivos, l’Arxiu del Regne. Con esas instituciones tuve mucha relación y estuve en contacto directo con la gestión de las mismas, algo que fue muy satisfactorio porque para una persona del mundo de la documentación, el libro y la biblioteca son las instituciones más importantes a nivel valenciano. 
También participé en las gestiones para intentar la internacionalización de las editoriales valencianas, por medio de la presencia en ferias, como la de Bolonia en el caso de la literatura infantil y la de Frankfurt en el caso del libro en general. Se intentó fomentar la presencia para conocer todo lo que se hacía fuera así como para estar presentes y ofrecer un producto que podía ser comercializado traducido a otros países.
- Su padre fue funcionario del Ayuntamiento de Ontinyent. ¿Influyó este hecho a la hora de querer dedicarse también al ámbito público?
- Mi padre era de Godella y mi madre, de Burjassot. Por oposición, obtuvo en Ontinyent la plaza de lo que entonces se llamaba “Depositario”. Aquí se estableció la familia y mis hermanos y yo, ya nacimos aquí. Claro que influye porque el componente de una visión municipalista y de funcionario la viví en casa. Cuando empecé a trabajar, mi padre me decía siempre lo mismo. Aunque es una etimología discutible, a él le valía: “Funcionario viene de funcionar; y si no funcionas, no vales para nada. Te han contratado para una función”. Es decir, tenía muy clara la visión no solo de servicio público sino también de servicio al público, puesto que el ciudadano tiene que encontrar acogida en el funcionario. Cuando un ciudadano acude a sitios oficiales, encuentra una distancia con el que tiene enfrente, incluso una barrera. Los que estamos al otro lado de esa “barrera” tenemos que dar el paso y franquearla. Es algo que yo ya vi en mi padre, que siempre tenía abiertas las puertas de su despacho para quien quisiera entrar y pedir lo que le tocaba e incluso en ocasiones cosas de otro ámbito, en las que él podía ayudar u orientar.
- Ha estado muy vinculado a los Juniors de Sant Josep. ¿Mantiene esa vinculación actualmente?
- Estuve más de 20 años, desde junior y posteriormente fui educador, monitor... También he colaborado con la compra de todo lo necesario para los campamentos. Mi mujer continúa como cocinera, actualmente mi hija es monitora... mis tres hijos han sido Juniors. Me siento muy vinculado a la parroquia y los Juniors Sant Josep. Una institución tan abierta y tan acogedora, que cada año, durante tanto tiempo, acoja a tantos jóvenes y realice tantas actividades y que haya sido capaz de mantener su estructura... algún secreto tiene que tener. Sería bueno que algún día alguien pusiera en valor los Juniors de Sant Josep. Es un secreto que no sé donde está pero los Juniors logran aunar a muchos jóvenes. Creo que han tenido una base muy sólida, que fue la que dejó Manolo Vidal junto a un gran equipo de personas.