Desde este mes de abril, la ucraniana Anastasia Starodub ha empezado a impartir clases de español a sus compatriotas de manera altruista. La academia Fastforward de Ontinyent ha cedido sus instalaciones, también sin recibir nada a cambio, para que los ucranianos aprendan el español. “Sin el idioma, se encuentran con muchos obstáculos, para ir a comprar, para encontrar trabajo, etc., entonces pensamos que este podría ser una manera de aportar nuestro granito de arena”, explican desde esta academia. 
Por su parte, Anastasia, de 26 años y afincada en Ontinyent desde hace años, explica que es la primera vez que imparte clases y que para ella hacer esto de manera voluntaria es su manera de devolver “la ayuda que se me prestó a mí en su momento cuando vine a España”, comenta. Explica que imparte dos horas a la semana y que la mayoría de sus alumnos son mujeres. 
Veronika Lysenko y Oksana Stabrovska, ambas de 29 años, son alumnas de Anastasia. Allí en Ucrania tenían a sus novios y a su familia. En el caso de Veronika, llegó a Ontinyent a través de una conocida que trabajaba en una empresa de la capital de la Vall d’Albaida. Veronika trabajaba en logística, en Ucrania, tal y como explica, y estudiaba Historia y Arqueología. El conflicto ha partido por la mitad sus proyectos de vida. Su madre ha podido huir  a Alemania, pero su hermano y su novio se han quedado allí, y aunque están en una parte de Ucrania más tranquila, la inseguridad no deja de estar presente. 
Diana Shumska y Liliya Fedosova, de 43 y 48 años, respectivamente, son hermanas, y llevan cerca de un mes en España. Tienen a familiares en Murcia y Valencia, que vinieron ya hace 8 años, y al ver que mucha gente huía del país para buscar un lugar más seguro, decidieron venir a España. Explican que les costó mucho salir de Ucrania, porque “había mucha gente”, iban hacinados en los trenes, explican, durmiendo unos encima de otros, señalan. Allí en Ucrania se ha quedado la madre de ambas y el marido de una de ellas, que residen también en una zona también más tranquila de Ucrania. Se han acogido a un programa de refugiados y a la ayuda que les presta Cáritas. 
Sobre esta situación, lo primero que esperan es “que todo acabe pronto”. En el caso de Veronika y Oksana, quieren regresar a su país cuando todo termine a seguir con sus vidas. Diana y Liliya, en cambio, que tienen hijas adolescentes, quieren quedarse en España para que estudien, si ese es su deseo, y ofrecerles una vida mejor.