Las continuas salidas de los Mossos de Escuadra catalanes y de otras policías, como las nacionales y locales, con el objetivo de frenar los disturbios que se producen a la caída de la tarde bajo la coartada de reunirse para reivindicar la libertad de un, dicen, cantautor y poeta llamado Rivadullaalias Hasel, siguen sin parar aun cuando la prisión del “poeta” no tiene nada que ver con la mordaza supuesta a su libertad de expresión y para confirmarlo invito a los lectores a investigar ligeramente la larga lista de delitos cometidos por el individuo. Hace tiempo, en mi opinión, que debería estar sometido a la disciplina que viene dictada por la Ley. O sea la cárcel.
Por los sucesos que siguen empañando las calles, por la rotura de escaparates, por la invasión de la propiedad privada, por los robos al amparo de los enfrentamientos con la autoridad, en una estrategia de saltos perfectamente coordinados, puede uno estar autorizado a pensar que estos desmanes no se producen de forma espontánea, sino que están dirigidos por sujetos que tiene esta lección aprendida y no solo la ejecutan en Barcelona o en Madrid como ciudades significativas, sino que proceden de otras ciudades europeas, por lo que se les podría calificar en expertos, profesionales del desorden que se organizan en grupos; alguno los llamaría bandas, que con el pretexto de apoyo hoy al “poeta” y mañana a un preso distinto o a un movimiento contra las nucleares o quien sabe que ponen a prueba al sistema y a sus órganos de defensa ciudadana.
Amparados por la calificación subjetiva de “antisistema” parecen ocultarse tras esa denominación que les sirve de disfraz y entre sus adictos se esconden delincuentes.Hasta hay pijos-progres de la burguesía local.
Creo que sería de interés repasar mínimamente alguna definición que ayude a comprender de que estamos hablando y el porque los manifestantes se escudan tras este movimiento transnacional. 
Un antisistema “se refiere a la persona o grupos con una ideología disconforme con el orden político o social establecido que mediante reivindicaciones trata de cambiar el sistema”.
Como se ve no siempre son pacíficas estas manifestaciones; amparados en la libertad democrática que permite la manifestación del descontento popular y para ello se autorizan marchas reivindicativas que suelen estar acompañadas en la cabecera y en la cola por la policía que tiene como misión garantizar el normal desenvolvimiento de la marcha, evitando acciones de otros grupos que pueden estar interesados en desestabilizar la manifestación inicial.
No es menos interesante reflexionar acerca de como gracias al sistema que combaten los llamados “antisistema” sobreviven en su interior paradójicamente.
Algunos señalan que esto es gracias a la generosidad democrática que llega a consentirlo, aunque siempre hay o debe haber una” línea roja” que se conoce universalmente por el hecho de que no puede traspasarse sin que las fuerzas democráticas intenten frenar los altercados, los saltos de los manifestantes que en muchas ocasiones son estimulados por elementos de la propia manifestación, expertos, como se ha dicho, en provocar a las fuerzas del orden que se ven obligadas a defenderse.  
Y aquí surge la intervención política que en ocasiones parece nadar entre dos aguas y mide la acción policial con raseros diferentes al de los manifestantes que encuentran apoyo en las declaraciones de algunos políticos que, insisto están ahí por la propia dinámica democrática que los ha hecho posibles e incluso les permite participar en el Gobierno de la Nación. Un asunto curioso.
Ellos cobran, digo más, del Estado y de paso nos metemos con sus instituciones e incluso: digo una cosa en el Congreso y lo contrario en la calle donde han encontrado un caldo de cultivo por los muchos problemas que tenemos y es más incitan a la rebelión juvenil donde el hecho de participar activamente en las revueltas da un sello de gallardía, de joven revolucionario que puede llegar a presumir de ello. Las nenas les admiran.
¿Quién paga todo esto? No me refiero a los comerciantes de todo tamaño y condición que caen bajo las patadas y roturas. Desconozco si ese vandalismo está cubierto por el seguro correspondiente… pero sí que me encuentro ante la sospecha de que viajes, equipamiento de los antisistema alguien los paga.
¿Con qué fin? No son baratos. Son equipos bien pensados para la protección, botas, cascos etc.
Por otra parte me gustaría saber la motivación profunda que empuja a los “antisistema”. ¿La lucha por la lucha, la envidia, el ansia de poder, la sustitución del que manda ahora? Piensen, por favor.