Por más que algunos de mis parientes más próximos y paisanos ontinyentins lamentasen que la nieve no hubiese blanqueado nuestras calles y tejados, lo mejor que nos podía ocurrir ha sido lo que nos ha ocurrido. Que hemos tenido algo de  nieve alrededor de la ciudad, en las montañas que circundan el valle mientras que el casco urbano se ha visto libre de todos los inconvenientes que su presencia provoca.
 Los madrileños han pasado unos días de perros porque todavía tienen la nieve, el frío y el hielo metido en sus alcobas y hasta en el tuétano. Las risas en el lanzamiento de bolas, poder calzarse los esquís sin tener que ir a Baqueira y deslizarse por la Gran Vía, hacer cientos de miles de fotos o asombrarse por la presencia en Hortaleza de un trineo del que tiraban cinco huskies son anécdotas que no resisten comparación con las pérdidas de tiempo, negocios y citas, con la ansiedad y nervios que ha costado tan gran nevada. Que en unos casos se podrán retomar pero que será difícil paliar la angustia de verse bloqueado en una de tantas carreteras convertidas en trampas. 
Hasta que llegó la UME para sacarles del nevado atasco. Sí, la Unidad Militar de Emergencias, mal que les pese a los podemitas y a los muy bordes no quieren saber nada del Ejército y votan contra él en los Presupuestos Generales del Estado, pero que reclaman ayuda tan pronto pintan bastos, incluidos los indepes y separatistas apenas les llega el agua a los tobillos.
Un meme de estos días resulta esclarecedor. A cada problema como coronavirus, vacunación, nevadas, incendios, catástrofes, la solución pasa por “llamemos al Ejército”, pero cuando se trata de introducir mejoras para nuestras fuerzas armadas en los Presupuestos, la respuesta es “no necesitamos ningún Ejército”. Muy propio de los mal nacidos que no otra cosa es la gente desagradecida.
Reconozcámoslo,  la UME fue lo único bueno que hizo Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. Eso, y  prohibir fumar en locales públicos,  pubs, bares y restaurantes.
En Ontinyent la nieve no ha pasado de ser un toque de maquillaje que la benefactora lluvia, que tan bien nos viene para recargar acuíferos, diluyó en pocos minutos. Cierto es que aquí no tuvieron ocasión los virtuosos del esquí de poder deslizarse Dos de Mayo abajo, ni de hacerlo  encima de un trineo, ni hacer muñecos de nieve, pero mucho mejor así.
Además, que estamos confinados y por muy atractivo que fuese el reclamo de la nieve en la vecindad, Bocairent, Agres o Banyeres, no era aconsejable una escapada y ahora, además, prohibida. Más de uno lo está lamentando por lo tontorrona salida de la carretera sufrida. O por la sanción que le caerá por saltarse el confinamiento. Año de nieves, año de bienes. De acuerdo. Conformémonos con el agua caída y de no haber tenido necesidad de buscar un trineo.